«Puede el que cree que puede». ¿Consideras que esta afirmación es cierta? Descubre cómo se relacionan para Carol S. Dweck la mentalidad y el éxito.
Si te pregunto de qué depende el éxito de una persona, ¿cuál sería tu respuesta? Quizás me digas que depende de su talento, de su inteligencia o de la educación que ha recibido. Quizá consideres que el mejor punto de partida para el triunfo pasa por contar buenas oportunidades. Sin embargo, más allá de todo esto, la clave parece encontrarse en la mentalidad.
Ciertamente, suena ingenuo pensar que “puede quien cree que puede“. Sin embargo, Carol S. Dweck, doctora e investigadora en psicología del desarrollo, ha llegado a conclusiones claras al respecto. Su libro, Mindset: La actitud del éxito explora cómo las creencias influyen poderosamente en nuestro desempeño. Así, hoy abordaremos las interesantes propuestas de este best seller.
¿Cómo influye tu mentalidad en tu éxito?
La mentalidad es el conjunto de creencias que tenemos acerca del funcionamiento del mundo y de nosotros mismos. En base a ellas, dirigimos nuestro comportamiento. Así, lo que sostenemos como cierto nos lleva a actuar de una forma u otra, algo que en última instancia determina nuestros resultados.
A la conclusión anterior llegó Dweck. Lo hizo después de observar a un grupo de niños de cuatro años a los que se enfrentó a la siguiente disyuntiva: resolver un rompecabezas sencillo o tratar de completar uno más difícil. Ya a una edad tan temprana pudo dividir a los niños en dos grupos: algunos niños escogieron la tarea fácil mientras otros aceptaron el reto más complejo. Pero, ¿por qué?
La realidad es que la distinción entre ambos grupos de niños no estaba en sus capacidades, sino en su mentalidad, en sus creencias básicas. Así, diferenció dos conceptos que determinan en gran medida nuestro desarrollo y nuestro éxito: mentalidad fija y mentalidad de crecimiento.
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Mentalidad fija
Las personas con mentalidad fija son las que consideran, consciente o inconscientemente, que la inteligencia es inamovible. Que cada uno nacemos con un grado de intelecto, con unos talentos o unas cualidades estables e imposibles de modificar. Bajo esta premisa, mantienen un comportamiento muy específico:
- Tienden a tratar de validarse a sí mismos constantemente, intentando parecer inteligentes y cualificados.
- Evitan los retos a toda costa, pues fallar implicaría falta de capacidad.
- Se muestran a la defensiva cuando aparecen obstáculos y abandonan enseguida aquellas tareas que les desafían.
- Esforzarse es algo inútil y fracasar inaceptable, se exigen infalibilidad.
- Tanto el éxito de los demás como las críticas constructivas les resultan amenazantes.
Mentalidad de crecimiento
Por su lado, las personas con mentalidad de crecimiento piensan que las capacidades y talentos pueden desarrollarse con trabajo y esfuerzo personal. Comprenden que cada uno contamos con un punto de partida pero que lo realmente determinante es lo que hagamos con ello. Así, muestran las siguientes actitudes y conductas:
- Sienten entusiasmo por aprender, crecer y ampliarse a sí mismos.
- Aceptan los retos y se crecen ante ellos, pues los ven como una oportunidad de superación.
- Contemplan el fracaso como parte del camino y lejos de hundirse ante los obstáculos, perseveran.
- No ven el esfuerzo como una muestra de falta de habilidad, sino como el camino a la maestría.
- Aprenden de las críticas constructivas y se inspiran con el éxito ajeno.
Alcanza tu máximo potencial
En definitiva, las actitudes asociadas a cada tipo de mentalidad condicionan el desarrollo que es capaz de alcanzar un individuo. Así, los del primer grupo (basándose en sus cualidades innatas) pueden crecer rápido, pero estancarse. Por el contrario, según su tesis, los del segundo grupo (valiéndose de esfuerzo y perseverancia) continúan creciendo hasta desarrollar todo su potencial.
Esto no solo se manifestaría a nivel académico, sino también en la carrera laboral, en las relaciones sociales y en cualquier ámbito de la vida. Quienes poseen una mentalidad de crecimiento salvan los obstáculos, aprenden de los errores y redirigen su rumbo, se expanden y alcanzan su mejor versión. La mentalidad fija te lleva a establecerte en un cierto nivel que nunca superarás por temor al fracaso, por paralizarte ante los retos y por limitarte al pensar que eres lo que eres y no hay más.
Entonces, a pesar de que el tipo de mentalidad que poseemos forma parte de nuestra personalidad, está en nuestras manos cambiarlo. Deja de elogiarte y medir tu valor por tus cualidades y comienza a felicitarte por tu esfuerzo, resiliencia y perseverancia. En ocasiones, fracasar nos permite alcanzar nuestro máximo potencial.
Este artículo ha sido escrito y verificado por la psicóloga Elena Sanz